HISTORIAS DE UN RENEGÁU (Parte II)

  • Autor de hilo DeletedUser10861
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DeletedUser10861

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Buenas, después de muchos años de haber escrito la parte uno (guardada en los archivos del foro), vuelvo para presentarles la parte II de la apasionante historia de un gaucho argentino de mediados del siglo XX, un gaucho matrero y su fiel alazán. Esta segunda parte fué escrita al poco tiempo de haber hecho la primera, pero por esas cosas de la vida nunca la publiqué, hasta hoy no me acordaba que existía, y recorriendo los archivos de mi pc la encontré, por eso quiero compartirla con ustedes. Sin mas aquí la segunda parte. Salú!!


Historias de un Renegáu. Acto II


De cómo Rejucilo y susurro se conocieron


En un pueblo como tantos de esta vasta república argentina, vivía un joven mozo de buen porte que decía llamarse Indelfonso Segovia y Torres, y que era conocido por ser un gaucho compadrito y galán, rápido con la lengua y según decían, mas rápido con el facón.

Este mozo solía ser bastante querendón y atrevido con la dama ajena, y no le importaba si era soltera, viuda o casada con el comesario.

Justamente una noche de esas tantas que ha pasado, el Indelfonso (también conocido como Rejucilo) estaba haciéndose el galancito con la guayna del comesario, aprovechando que éste había salido de ronda por los pagos vecinos.

Había estado en el bolicho de Don Ferreyra, acodado al mostrador, y tomando unas ginebras cuando un redepente salío como disparau hacia ajuera… los demás comensales no le dieron mucha importancia, y después de unos segundos de quedar mirando la puerta, siguieron con lo suyo, algunos jugando al truco, otros al tute, otros simplemente tomando algo en el mostrador y un gaucho viejo siguió tocando la guitarra como si nada hubiera pasado.

Rejucilo era querendón, y por ser así terminó como terminó; esa noche al salir del bolicho de Ferreyra, rumbió pa’la casa ‘el comesario, a sabiendas de que el mesmo no se encontraba.. ya le había hechau el ojo a su prienda y esa noche le iba a caer pa’ ver si le hacía un rato e’ compañía.

Llegó al rancho, tiró una piedrita a la ventana y esta se abrió despacito, como con miedo.. asomó entonces la cabeza de una muchacha bien agraciada, abundante en carnes, pero muy bien distribuidas, apoyó dos generosos pechos en la ventana y haciéndose la tímida, al ver que era el Rejucilo, le dedico un par de caídas de pestañas que a nuestro gaucho lo perdieron. Y lo perdieron enserio, se olvidó de todo, no existía pa’el naides más que la hermosa figura que tenía enfrente.

Cortó una margarita del jardín y se la pasó a la dama, agraciándola con palabras bonitas, lo que a la chinita la encendieron más, y sin pensarlo dos veces, de un solo tirón lo metió pa’ dentro de la pieza y se armó la debacle total, lo que pasó en ese rancho esa noche no se puede contar a riesgo de que me suspendan la publicación, pero debo decirles que hasta pudor me da de recordarlo… y el Rejucilo no lo podía creer lo que veían sus ojos, y sobre todo lo bien aprendida que estaba la muchachita esa…

Pero todo lo bueno tiene un final.. Estando el rejucilo descansando de semejante batalla, y aprovechando que la moza se había ido a buscar agua al aljibe, desparramau en la cama se prendió un pito… y estaba asi, como si en el mundo el único ser vivo era el, fumando, tranquilo, de a ratitos se dibujaba una sonrisa en su rostro, como acordándose vaya uno a saber de qué… hasta que de golpe se abrió la puerta ‘el rancho y apareció el comesario….

AHIJUNA CANEJO!!! ‘JUNA GRAN…!!! ANSÍ TE QUERÍA AGARRAR REJUCILO!!! Vociferó el comesario con el machete en una mano y el poncho arrollado en la otra. De más está decir que al Rejucilo se le fueron hasta las ganas de asustarse, es más, creo que si le daban a elegir meterse en una jaula con dos pumas hambreados y a enfrentar al comesario, se mete a la jaula sin pensarlo…

Su vida pasó delante suyo en segundos, se acordó hasta de la tía abuela de su madre y se le aflojaron las tabas…

Entonces, la guayna que había ido al aljibe a buscar agua, al ver la situación, y a sabiendas que la que seguía era ella, se tiró gritando y llorando a los pies del comesario pidiendo que por favor la salve de ese salvaje que había entrado al rancho a ultrajarla y ese instante fue decisivo, Rejucilo (que por algo le decían rejucilo) aprovechó el momento de distracción y cuando se quisieron dar cuenta, apenas si quedaba el rastro de la polvareda que había dejado al salir corriendo… era una noche con poca luna, y salió disparando como tata Dios lo había traído al mundo, con la ropa bajo el brazo (lo que pudo manotiar), en medio del campo virgen, y mirando pa’tras a ver si lo seguían, con el corazón en la boca y un miedo visceral que lo asaltaba, y así iba a tal velocidad, que no vio la sombra negra que se le venía de frente, a igual o mas velocidad que él, levantando quizás mas polvareda que la que se podía, como un alma poseída por el mesmo mandinga…. El golpe fue frontal, no hubo mucho ruido, pero los dos, gaucho y sombra se desparramaron por el campo quedando revolcados mirando al cielo...

Resulta ser que la sombra esa era el susurro, un potro bien dotado, compadrito y querendón también, que tenía la maña de meterse con yegua ajena, y esa noche, había estado rondando el corral de las potrancas del Eulogio, unas potrancas que estaban pa’ la exposición.. Pelaje brillante, ancas más que generosas, altaneras y con unas colas que le llegaban al piso; y el susurro, que no le hacía asco a nada, se enamoró de la tobiana, una potra que le hacía ojitos desde el corral desde hacía ya unos días, y que esa noche él había decidido hacer suya…

Pero lo que no había tenido en cuenta susurro, era el percherón que tenía Don Eulogio, fuerte pa’ las tareas rurales, tosco y fornido, con unos cascos que daban miedo y muy, pero muy grande. Cuando el susurro llegó al corral, lo cruzó de un solo salto, saltador olímpico parecía, una gracia, una figura… y cayo justo al lado de la tobiana que lo estaba esperando ansiosa, nerviosa vaya uno a saber por qué…

Y ni bien tocó el piso, el susurro se plantó, las cuatro patas bien abiertas como desafiando al mesmísimo satanás, sacando pecho con la cabeza bien en alto y mirando a su potra desde arriba, como si juera un galán de telenovela… y así estaba el susurro, y ya estaba por pechear a su tobiana, cuando siente un resoplido atrás suyo… en eso al susurro se le congelaron hasta las cejas….. un terror de otro mundo se apoderó de él, casi con recelo y sin querer hacerlo giró la cabeza y ahí lo vió… EL PERCHERÓN!!!...

JÉSU MARÍA!!! Lo que tardó en volver a saltar el alambrado ese animalito e’Dios, se llevó puesto dos tendales, pisó un balde que era pal agua del aljibe, cruzó por el gallinero como venía.. un desparramo e’plumas!!; el gayo que no sabía lo que había pasado gritaba LAS GAYINAS Y LOS POLLITOS PRIMERO!!! ESCONDAN LOS HUEVOS!!! PROTEJAN LA CULECA!!!... y el susurro que seguía corriendo pa’ese entonces, con las enaguas de Doña Gervasia por la oreja y un par de medias cruzándole los ojos, y en eso no vió que de frente a él venía alguien corriendo por su vida…

Cuando los dos volvieron en sí, no habrán sido mas que unos segundos, se pararon y se miraron fijo, como estudiándose, como si hubieran sabido que desde ese día no se separarían jamás.. Entonces, el griterío de un lado, los relinchos del percherón por el otro los trajeron a la realidad y sin pensarlo dos veces, el Rejucilo, que estaba todavía en cueros se montó al susurro, y sin tiempo a nada, ni a presentaciones, salieron los dos como alma que lleva el diablo pa’la inmensa llanura de la pampa argentina, perdiéndose en el horizonte nocturno y no volviéndose a saber más nada de ellos por ese pueblo.

Ese día nacía la leyenda, nacían dos personajes que recorrerían el país haciendo de las suyas…

Rejucilo y susurro, dos amigos inseparables que vivirían mil y una desventuras, siempre (o casi siempre) signadas por los conflictos de polleras.. o ancas según la ocasión…

Pero eso mis amigos, eso es otra historia….
 
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