Concurso del foro Votaciones del concurso: ¿Tienes algo que contar?

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Lunah

Vaquero
Llego el esperado momento de conocer los relatos / poemas de los queridos participantes, fueron muy creativos, realizando ya sea un cuento para su relato, un poema, una anécdota, todos han sido bienvenidos con gusto para este concurso, ahora les toca a ustedes el decidir quienes deberían ser los 5 ganadores. Recuerden que no todos pueden ganar, sin embargo todos por el hecho de atreverse a participar están haciendo algo maravilloso.
Los relatos / poemas no tendrán el nombre de su creador, recuerden que esto es con la finalidad de que la votación sea imparcial, se les invita a todos a leer con cuidado cada uno de ellos, pues hubo personas que se inspiraron y tomaron su tiempo en redactarlos, por ello son muy valiosos.


Recuerden que un like a ese relato es un voto, tienen hasta el 18 de febrero 00:00 hrs del server para votar, el día 19 de febrero se estarán dando a conocer a los ganadores.

¡¡¡Mucho éxito a todos los participantes y que la suerte este siempre de su lado!!!
 

Lunah

Vaquero
Poema 1;

En el viejo oeste, una aventurera y un soldado se conocieron
El amor floreció entre ellos, como una rosa en el sol
Compartían risas y aventuras, en la llanura y en la montaña
Su amor era fuerte como el acero, y su futuro incierto.


Frente a las pruebas de la vida, juntos se mantenían fuertes,
Temerarios y jóvenes afrontaron grandes batallas,
Pandemias, Hambrunas y muchos desafíos mas.

durante muchos años, juntos pelearon en grandes batallas
El soldado con su estrategia, la aventurera con su audacia
Y siempre se prometían protegerse mutuamente
Porque su amor era más valioso que la victoria.

Y aunque los años pasaran y la vida los cambiara
Su amor perduraría como un monumento en la llanura
Porque en el corazón de aquellos dos valientes
Su amor siempre brillaría como un faro radiante.
 

Lunah

Vaquero
Relato 2;

Era un día de pandemia Mundial y buscaba algo para entretenerme de todo lo que estaba pasando cuando me acorde de un juego llamado the west, que me gusto mucho jugarlo de muy joven y una noche me metí de nuevo . La nostalgia y los bonitos recuerdos me invadieron acordándome de nombres y avatares y comencé a buscar haber si quedaba alguien después de tantos años y a si fue me reencontré con viejos compañeros que de buen agrado recordamos aquellos tiempos tan maravillosos del west . No obstante ese tiempo termino pero yo lo volví a jugar con ilusión y no tarde mucho en encontrar gente agradable , que poco a poco forjábamos una amistad gracias a este hermoso juego compartiendo ideas y ayudándonos en todo y no solo respecto al juego si no mas allá de el con cosas cotidianas de la vida , pasando a formar parte de tu vida ya no son simples avatares con los que hablas sino que forman parte de tu vida, y día a día haciendo olvidar los malos ratos y ayudándote a recordar de los buenos. Gracias por eso the west eso es algo que e sentido y te lo agradezco, abrazos y mucho amor para tod@s.
 

Lunah

Vaquero
Poema 3;

INCONDICIONAL


Cabalgando por el valle me sorprendió la noche,
un murmullo a lo lejos despertó mi curiosidad,
cuando llegue a la ciudad todos estaban reunidos
murmurando enloquecidos el evento que vendría,
Poesías y relatos, pedían para el concurso
¡Vamos Vaqueros!!! Decían… hay que participar.

El amor y la amistad era el tema elegido.
Escriban algo que nos sorprenda,
que hayan vivido o que no sea verdad,
¡Vamos vaqueros!!! decían… el 14 de febrero
el mejor será premiado, aquí mismo junto al fuego
en el patio de la ciudad.

Se terminó la reunión, el patio quedó desierto,
El salón abierto, el mostrador vacío,
una mesa allá en el fondo, junto a la ventana una luz tenue,
un trago fuerte, El amor y la amistad…. pensaba,
levante mi cabeza y ahí estaba incondicional,
mi viejo alazán me esperaba.

Mi compañero, mi amigo, mi cómplice, mi hermano,
cuantos valles nevados hemos cruzado?,
tantas aventuras vividas, ¿cuántos secretos hemos guardado?
recuerdas el gran cañón cuando nos dispararon?
Acampamos, esa noche estabas herido
¡Qué miedo tuve de perderte amigo!!!

Quizás no sea mucho lo que puedo ofrecerte
Solo mi amistad, procurarte y quererte
Si algún día he de perderte
Te juro que me iría contigo
 

Lunah

Vaquero
Relato 4;

Llegué a mundo 1, con muchas ganas de volver a mi más amado WEST, viejos compañeros y amigos recuperé. Pero llegó un iluminado, bello y gran amigo y me brindó toda la ayuda posible. Me instruyo en las batallas y ahí esta esa chispa ese amor que tanto me ata a este hermoso juego las batallas y mi gran amigo.
Dios mío ido de tanto tiempo de mi amado WEST, conseguí aprender muchas tácticas nuevas gracias a mi gran y querido tan amado amigo.
Y también muy feliz de haberme traído y presentado a nuestra gran alianza en Mundo 1, ¡conocí personas maravillosas y con la que me da gusto compartir este querido juego antiguo!
 

Lunah

Vaquero
Relato 5;

Pues sí, tengo algo que contar ..... aquella noche era oscura, había tormenta, se escuchaban truenos, rayos, la luz de casa se debilitaba, la señal de internet venía y marchaba, yo estaba horrorizada, sólo pensaba en una cita que tenía a las 12'00 de la noche con un vaquero y temía que se fuera la luz y ello conllevaba a perder la señal de internet.
Se acercaba la hora y no dejaban de escucharse estruendos cada vez más cerca ..... por favor que no se vaya la luz !!

Llegó la hora, estaba impaciente, a la hora de escribir el usuario para entrar en el chat me equivoqué en dos ocasiones, sólo tenía una oportunidad más antes de que se bloqueara ..... ufff pensé, será que hoy no debo conectarme ?, tormenta, errores de usuario y de contraseña ......
Al final logré entrar y la tormenta se había debilitado ...... me llega un nuevo mensaje, era él, estaba entrando, el corazón empezó a palpitarme, uff que sensación, que nervios, que ganas de verlo, de hablar con él ..... enseguida me llegó la invitación para aceptar la videoconferencia, acepté, entonces qué pasó, no veía ni escuchaba nada y tampoco sabía si me estaba viendo él a mi... por chat le escribí: holaaaaa, me ves?, me oyes?, yo a ti noooo grrrrrrrr ..... él: yo a ti te veo y te escucho y que voz más bonita tienes. En ese momento a leer eso noté como me ruborizaba, la cara me ardía y me estaba poniendo más nerviosa aún.
Le dije que me esperara y reinicié el ordenador, entré y cerré el programa una y otra vez, hice las pruebas de imagen y sonido, todo iba perfecto...... uffff los nervios me estaban jugando una mala pasada pero cuando me concentré y pensé, era tan simple como subir el volumen del ordenador y brillo a la imagen ...... habían sido los nervios de la primera cita.

Pues bueno, lo vi, le escuché, aysssss, además de voz bonita, era guapo. Estuvimos horas y horas hablando, pasaban los días y seguíamos hablando, cualquier ratito era bueno para escribirnos, llamarnos por teléfono y oir nuestras voces. Cada día nos echábamos más de menos, contábamos los días para conocernos, parecía que el tiempo iba más lento de lo normal y ese día no llegaba. En resumen: jamás lo olvidaré. Me tuvo, me tiene y me tendrá fascinada para siempre, Y si os preguntáis si al final lo conocí en persona, pues sí, nos conocimos y ...................¿ Realidad o ficción, verdad o mentira ? Os lo dejo a vuestra elección, para ti que me lees si eres una persona romántic@ vas a querer que sea verdad y suspirarás,,,, por el contrario si no crees en el amor, tampoco creerás esta historia.........
 

Lunah

Vaquero
Poema 6;

Dos balas.

(Escribí mi amor por ti)

I.

Supe su nombre demasiado tarde, si es que llamarse Sin Nombre es tener uno. Entre las horas, los días pasaban, las noches transcurrían, las farsas se acumulaban, y sus ojos seguían en mi memoria sin importar si dormía o no. Así ocurre con los sueños de los que no se desea despertar. Aunque siempre, siempre, se acaba despertando, salvo de la muerte.

II.

Ya no despertarían más, o de hacerlo habría sido contra natura. Un cartel de "Se busca", una sonrisa perdida, una opción complicada si se mira a través del espejo: arrastrarlos cadáver parece más sencillo que vigilar prisioneros, hasta que la carga del ya bulto humano pesa más, si se tiene conciencia, o remordimientos.

Y vaya que los tenía.

III.

Eran al menos ocho bultos --once si se contaban los tres por los que no le pagarían ni un céntimo, esos los dejó atrás por no sobrecargar a las mulas--, bien que podían contarse como nueve dado que uno viajaba en mitades casi simétricas --sonrío sin gracia por conjurar el asco al recordar la escena en el aserradero. Habría poca agua de aquí hasta el pueblo con ley más cercano. "Con ley" era por supuesto una exageración, pero al menos los comisionados pagaban las recompensas antes de mandar a sus mercenarios a recuperarlas a su manera: añadiendo un bulto más a la pila.

IV.

Suspiró, calculó la hora mirando su sombra delante, el reloj se lo había dejado en el hotel doce días antes, al salir de cacería: conocía de sobra la capacidad de su presa para descubrir la emboscada por el más mínimo ruido, y las ruedecillas de ese magnífico J. W. Tucker, con ser silenciosas, le ponían los nervios de punta: nunca se sabe cuándo la cadenilla, la manecilla o la carátula misma van a chocar siquiera con un botón, cambiando de ese modo las suertes, convirtiendo al cazador en trofeo. Le adivinó más que le vió en la distancia, el rebuzno de una mula puede viajar por millas en ese mar de silencio que es el desierto casi a medio día, y se permitió una sonrisa pensando en por fin retirarse tras facturar esta pieza.

V.

"¡Bang!".

Un sólo disparo, por la espalda, hacia la figura antes humana ahora ya sólo bulto, a casi 300 metros de distancia, anunciada entre las sombras de los matorrales por no tener en ellos un ave siquiera. Vio caer el bulto antes humano hacia un lado, limpió el cañón de su rifle y observó con atención los alrededores. Menuda treta se había montado dejando las mulas en la mañana 10 millas al sur, en el abrevadero, y dando un rodeo interminable durante ocho horas, sólo para ganarle la mano a quien pudiese estarle esperando ahí, en el paso. Bien que fue suerte: se percató del detalle en los matorrales sin aves al ver un cuervo pasar sobre el acantilado, donde de hecho supusó estarían esperándole de haber alguien pendiente de interceptarle el paso. Ahora tendría que ir por el fardo, esconderlo para evitar cuervos y buitres revelasen su ruta, apurar el camino y tratar de llegar a esas mismas rocas antes del anochecer. De menos las mulas no estarían fatigadas.

VI.

El bulto no era aún bulto, seguía vivo, la bala negra alcanzó a pasarle de lado a lado, y así pues se moría sin acabar de morirse. Se acercó un poco más, desenfundó la pistola, se dispuso a apurarle el proceso de morir, mas no pudo: qué distinto era matar y convertir así en cuerpos humanos a quienes no se conoce sino por afiches, de oídas, impersonalmente y muy poco, a terminarle las noches, los días y las farsas a alguien --alguien para quien tiene en sus manos la decisión, la posibilidad y la intención de hacerlo--: terminarle por siempre, sin vuelta de hoja. Qué distinto matar un cuerpo vivo desconocido y convertirle pues en ya sólo cuerpo, a matar un cuerpo conocido y alguna vez, quizá, amado. Eso ya no podía saberlo, si fue amor o fue puro deseo, no se acordaba y no quería recordarlo, más le valía acabar de una vez. Pero no pudo. El cuerpo seguía vivo; por muy poco, sí; agonizaba, sí; y sin embargo, con mucha más ayuda de la que necesitaba para dejar de agonizar podría tal vez seguir sufriendo de vida. Sí, no podía saber si aún le amaba, pero ya muerto y por tanto bulto menos podría saber si, en caso de amarle, querría matarle por rencor, o por misericordia, o por cobrar su cabeza en caso de valer algo. Ahora sabía necesitaba ese cuerpo viviese siquiera un día más, por mientras iba a recuperar las mulas con los otros bultos en ellas, esos sí definitivamente agotados de tiempo.

VIII.

Suspiró. El cuerpo no bulto pues seguía vivo aquejó su poca vida con algo parecido también a un suspiro. Sonrió quien decidió no matarlo aún, con ironía: en otra forma de vida también habían suspirado al unísono. O casi.

IX.

Hablarle serviría de poco en estos momentos. La vida en el cuerpo tumbado a su lado era muy poca, apenas si la suficiente para no dejarle como cuerpo tumbado o llevarle como bulto a cuestas, cual si estuviese durmiendo, sin sueños. Así pues, sin hablarle, le dijo cuanto tenía que decirle: le contó de todas las horas perdidas entre la pérdida de su cariño, su compañía y sus detalles, sus manías, sus quebrantos y sus minucias; le contó del duelo de no tenerle y ni siquiera saberle por boca de nadie; le contó de la frustración y la rabia sin siquiera poder hacerle un reproche por la tanta ausencia impuesta y la tanta ignorancia de qué andaría haciendo; le contó del deseo y de los atardeceres opacos y las mañanas grises y las noches interminables, lejos, siempre lejos, de esa piel india y esos ojos oscuros que ahora le miraban fíjamente, antes de desviarse casi dolorosamente hacia abajo, comprendiendo quizá el entre sí estaba por llegar al final. Le contó todo eso, sin hablarle, sólo acercándose amorosamente a su lado, revisando el vendaje, abriendo un poco la herida para drenarla y volviendo a vendarle, para mirarle otra vez a los ojos y esbozar, vista y no vista, una sonrisa que era al tiempo gratitud y esperanza. Y acaso, promesa.

X.

¡Bang!

Se le borró la sonrisa incluso antes de escuchar el disparo, dibujándose el miedo y la ira en su rostro. "Debí desarmarle", cruzó por su mente, mientras por puro reflejo se hacía para atrás, levantándose y buscándose en el costado su propia arma, desenfundado. "Debí desarmarle", pensó de golpe, tratando de omitir de su mente el dolor que no sentía tras recibir el disparo artero y a traición mientras atendía la herida, por supuesto que iba a matarle, ni le importaban los bultos que dejó allá tirados por apurar a las mulas y no tenerlos ahí cerca, empozonsoñando el aire. "Debí desarmarle", pensó por último, antes de levantar su arma, apuntar y mirar la cara de quien probablemente ya le había asesinado también, queriendo sólo realizar la descarga de este coraje y esta impotencia al saberse de nuevo y ya definitivamente fuera de sí, no han pasado ni dos segundos desde que sonó ese disparo, y la persona que yace enfrente, con la herida de bala previa abierta y así desangrándose está a punto de morir de todos modos, sólo quiere asegurarse sea por su mano y no por la acción de haber disparado. Los ojos que hace un momento le miraban fijamente vuelven a hacerlo, como pidiendo perdón, pero por supuesto no habrá más perdón ni misericordia, y sin embargo el balazo recién recibido de verdad no le duele, qué importa, mira de nuevo esos ojos oscuros que le miran absortos, dejan de verle, y miran ahora el piso, por reflejo también los sigue con los suyos y alcanza a observar el cadáver de una serpiente cercana a su bota, por eso no le duele la herida de bala, porque no recibió ninguna.

¡Bang!, y una bala al aire deja claro nadie matará a nadie esta noche.

"Al final", se dice por dentro tras haberse lanzado a restaurar el vendaje y parar la hemorragia, "sí era amor, y no sólo deseo. No quiero te mueras, ni que mueras por mí: vivamos."

XI.

No puede hacer más, va a morir en sus brazos, apenas si hay tiempo de hablarse, no importa: tanto se han dicho no con palabras sino con sus actos: desde veinte años atrás, aquel día en que por poco y no alcanza a subir al tren y terminaron asaltándolo juntos, o catorce desde aquel otro en que estuvo a punto de matarle dos veces. Sonríe por dentro al recordar ese y otros momentos, muchos de ellos tan íntimos que su sonrisa interior se le sale a la cara, y provoca en esa otra cara que le mira también sonría, casi por última vez.

XII.

-- No sabía--, susurra --, no sabía eras tú, ése día, en el desierto.

-- Yo sí sabía eras tú, tal vez por eso no te maté--, responde, y le mira con todo el amor que han tenido entre sí conjugado en ese mirarse de frente, al poco siente le aprieta muy quedo la mano que sostiene su mano, y sonríen juntos, ahora sí por última vez.

XIII.

Qué sola queda una casa cuando de dos que la habitan uno queda velando la ausencia del que ha dejado de ser. Pensaba en eso al sacar del armario las pistolas guardadas durante catorce años --por ser catorce, infinitos--, buscando el remedio a esta terrible carga que es despertar cuando sólo en sueños se puede volver a vivir lo perdido.

Dentro del estuche, estaban las armas, dos balas justas, y una hoja con un poema y una firma.

XIV.

Fue en esa firma donde por fin supe su nombre, si es que llamarse Sin Nombre es tener uno. Y supe también tendría que vivir entre las horas el resto de mis días, mis noches y las farsas en ellos acumuladas, pero ya sin remordimientos: aquel cartel de "Se busca" finalmente nadie habría de cobrarlo.

XV.

Epílogo


Sin ti, las horas que he vivido han sido
muertas, vanas, cual meras fantasías:
tan pronto como pasan, ya se han ido,
dejando sólo el vacío de los días.


En ti, en cambio, el tiempo transcurrido
es tan vital, que vivo cada instante
envuelto y tan feliz de estar perdido
en la gracia sutil de ser tu amante.


Y muero, amor, contento en el delirio
sin saber si este, o este, o esos otros
son el nombre con el cual te he escrito.


¡Vive, amor, por los dos! está descrito
si uno muere, perdura en el nosotros
como en su canto el cisne, y todo lirio.


Sin 1 Nombre.
 

Lunah

Vaquero
Relato 7;

Les contare que hace muchos años cuando los vaqueros no usábamos pantalones todavía y nos comunicábamos por masenger …. Conocí a ___ ella era de torreón México , sabia que era una mujer casada de mas de 30 años, yo apenas tenia 18, empezamos a platicar y nos mandamos fotos para conocernos y al verla se me hizo una mujer muy atractiva.

Y las platicas empezaron a subir de tono hasta que me invito que fuera a su ciudad a pasar un fin de semana con ella, ya que su marido se iría viaje.

la ciudad de torreón se encuentra como a 10 hrs en camión de mi ciudad, recuerdo bien que me dijo “tu solo cómprate tu pasaje de ida y vuelta , comida y hospedaje en mi casa”

no pues yo feliz, imagínate pasarte un fin de semana con una señora a su casa , el sueño de muchos jóvenes se me estaba cumpliendo.,

como pude conseguí el dinero y me lanze para torreón. Recuerdo que Sali el jueves en la noche para que llegara el sábado temprano.

Eran como las 10 am y le hable de la estación camionera para que viniera por mi.

Que me contesta y en voz bajita me dijo que su marido no se había ido, que la disculpara que seria para otra ocasión. Ya existían los celulares, pero pues a esa edad yo no tenia por lo que nunca pudo avisarme.

Pues ya todo triste fui a conocer el centro de la ciudad, comí algo y me regresé a la central camionera a tomar el camión de regreso a mi ciudad ☹



Ya después platicando por Messenger me pidió mil disculpas, pero ya no fue lo mismo, poco a poco dejamos de hablarnos .
 

Lunah

Vaquero
Poema 8;

Fue en un atardecer
cerca del fuerte Mencer
Donde lo vi por primera vez
Montado en su caballo
Me miró con dulzura
y dijo:
Mi táctica es mirarte
observar el horizonte en tus ojos
desnudar mi alma en tu iris
y perderme en ellos como en el desierto.
Mi táctica es hablarte
escuchar cada nota de tu voz
que a mis oídos resuenan como balazos de amor.
Mi táctica es construir recuerdos a tu lado
piedra a piedra, construir nuestro camino
en medio de las praderas
o bajo el sol ardiente del desierto.
Mi táctica es amarte
como aman los vaqueros
lleno de energía salvaje
rebosante de amor rebelde
con un amor complicado y valiente
Pero con la ternura y dulzura
que se deshace como miel en tu boca.
Mi táctica es enamorarte
robar tu corazón como el forajido roba bancos
robar tu cuerpo y desatar grandes pasiones
solo tú y yo, mi amada mujer.
A tales palabras yo le dije
Quiero que seas tú el vaquero domador de mis pasiones.
 

Lunah

Vaquero
Relato 9;

"Amor correspondido"


En esa tarde de 1877 se percibía por el ruido la llegada de un tren de pasajeros proveniente desde el este estadounidense hacia New Plymouth. La señorita Marie Stevman, descendía del mismo sosteniendo su vestido debido al imponente viento que azotaba al condado. El sheriff John Dillahunt nunca creyó en el amor a primera vista, pues era lo suficientemente frío de sentimientos como para lograr un enamoramiento tan repentino. Lo que él no sabía es que ese día todo cambiaría en su interior. La vió y no dudó en advertirle acerca de los bandidos que acechaban el pueblo en busca de mercancías, en busca de un primer contacto. Ella agradeció la ayuda y con una sonrisa tímida se alejó de la estación en busca de un hotel. John siguió su labor pensando en que la impresionó, y estaba en lo cierto. Marie era una mujer de sentimientos profundos que iba en busca de nuevas oportunidades por el lejano oeste. El carácter y aspecto del sheriff le brindó seguridad en su nueva estadía.

El siguiente día prometía ser uno más del montón. La gente despertaba para comenzar una nueva jornada de trabajo. Así fue como el bartender Henry preparó el Saloon para la llegada de los clientes habituales y no tan habituales. John fue a por su desayuno de todos los días, con la intención de rellenar energías para el buen cuidado del pueblo. De repente, por las puertas a media altura del Saloon, se asoma Marie en busca de algo caliente para la fría mañana que enfrentaba. Su cara se enrojeció al ver a John sentado con su apuesto traje de alguacil. Él la invitó a pagar lo que iba a consumir. Encantada, aceptó la propuesta y platicaron un buen rato acerca de sus historias de vida. Tanta fue la química que sin darse cuenta habían pasado dos horas desde que se encontraron allí.

De todas formas, no todo fue color de rosas esa mañana. Como bien había anticipado John el día anterior, malhechores irrumpieron ferozmente en la cantina en busca de un buen motín. La charla entre John y Marie forzadamente acabó en ellos dos cubiertos con una mesa tumbada que los cubría de los ladrones. Los gritos no cesaban, las demás personas presentes eran tomadas como rehenes mientras avanzaban lentamente hacia la caja fuerte que Henry guardaba en el almacén del Saloon.

--¿Sabes disparar este Colt Python?-- preguntó John.
--Sí, en mis tiempos libres aprendo a disparar para saber protegerme en todo momento.-- Exclamó Marie mientras desprendía de su cinturón una Smith & Wesson.

De los 5 bandidos, 2 se mantenían con los rehenes mientras los demás acorralaron al cantinero. En un abrir y cerrar de ojos, con su magnífica puntería, John alcanza a derribar a uno con un disparo certero en la sien. Los ladrones reaccionaron rápidamente obligando a esconderse al sheriff detrás de la tabla. A lo lejos ven a Henry que les hace señas para que corran hacia él que logró esconderse detrás de otra barra mientras John los distrajo. Él y su enamorada corren rápidamente hacia él gracias a un disparo de Marie que dio en la muñeca de un bandido, logrando desconcertarlos. Los otros dos que estaban con los rehenes corrieron a ayudar a sus compañeros.

Todo parecía indicar que no había una escapatoria para los protagonistas de la historia, aún eran 4 malvivientes dispuestos a todo para escapar con su objetivo. En un instante el sheriff logra divisar que tienen apuntada a Marie a través de unos tablones que escondían a un ladrón. No dudó ni un segundo en interponerse entre la bala y ella. Todo pasó muy rápido. John cayó desplomado al piso. Marie y Henry lo resguardan pero ya es demasiado tarde. Con sus últimas palabras logra decirle a su amor correspondido que no esperaba que la historia entre ellos terminara así.

--Desde que te vi en la estación me llevaste a querer conocerte y cuidarte por siempre. Te amo, Marie.-- Dijo el sheriff con sus últimas fuerzas.
--Yo también te amo John, Un día bastó para enamorarme de ti. Nos veremos en el mas allá.--

Llorando, Marie tomó el arma del alguacil mientras juraba vengarlo. Fue así como imitando a su duelista preferido, Wyatt Earp, tomó coraje y se arrebató contra los bandidos como si le hubiesen quitado un pedazo de su alma. Dos disparos certeros fueron suficientes para dejarlos boquiabiertos. Henry tomó la escopeta guardada debajo de la barra e hirió de gravedad a otro. El último que quedaba temblaba del miedo y se entregó, pues ayudó a cometer el crimen con un arma de juguete.

Una vez se calmó todo, Marie regresó con el cadáver de John. Juró al cielo de que buscaría justicia y cuidaría de su preciado pueblo como lo hizo él. Sabía que debía proteger a su familia ya que dio su vida por ella. Se guardó el tan preciado revolver del sheriff y lo cuidó como un tesoro.
Todos los años, ese día de abril se conmemora el aniversario del fallecimiento de John Dillahunt, el más famoso Sheriff que pudo tener New Plymouth, que con su coraje y la ayuda de su enamorada, salvaron lo que pudo haber sido una gran tragedia.
 

Lunah

Vaquero
Las votaciones han concluido, de acuerdo a ellas, el equipo tomará los mejores 5 votados y haremos una votación interna, los resultados serán anunciados a más tardar el día 19 de febrero 00:00 hrs server.

¡Saludos!
 
Estado
No está abierto para más respuestas.
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